Elites y deferencia
Teresa Barro
Las elites manejaron
el mundo a su antojo y en su provecho, no sólo porque tenían poder y riqueza
para hacerlo, sino porque los de ¨abajo¨ siempre sintieron deferencia hacia los
de ¨arriba¨, los consideraron superiores y soñaron con ser como ellos. El modo
en que se manejaron las religiones ayudó a insertar la sumisión y adoración al
superior en la sociedad humana. Las
elites estuvieron siempre divinizadas e idolatradas, y eso hizo que no
perdiesen nunca el poder y se lo repartiesen entre ellas.
Pero lo que sostuvo en gran parte ese sistema fue
la deferencia al ¨superior¨ que se consiguió con una propaganda encaminada a
hacer ver que los que ganaban enormes salarios los merecían porque sin ellos la
economía se hundiría, cuando fueron ellos los que la hundieron. Si se despidiese a todos los que reciben esos
salarios, en vez de despedir a los que trabajan de verdad, se descubriría que
las cosas funcionarían mejor. Fue todo teatro de las elites para darse
importancia y despertar deferencia en los ¨inferiores¨.
Las elites
organizarán siempre mal la sociedad porque no quieren que funcione bien para
todos, sino sólo para ellas. Quieren que haya que pasar hambre y frío, que haya
sobrante de población y que no haya trabajo ni buena enseñanza y cultura para
seguir imponiéndose y actuando en provecho propio, y que todo el mundo tenga
miedo y se comporte con deferencia hacia ellas. Por eso habría que salirse del
sistema que las favorece y partir de unos principios básicos que reconozcan el
derecho indiscutible de cada persona que venga al mundo a cubrir las
necesidades básicas del cuerpo y del espíritu.
Diciembre de 2013
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